Tratamientos MISS – Cirugía Laparoscópica Sevilla

Cirugía laparoscópica de la vesícula biliar
(Piedras en la vesícula o colelitiasis)

Cirugía Hepatobiliopancreática

La patología hepatobiliopancreática engloba enfermedades relacionadas con la vía biliar como la colelitiasis, coledocolitiasis, el cáncer de vesícula biliar, el cáncer ampular, el cáncer de coledoco, el cáncer hepático (hepatocarcinoma, colangiocarcinoma) o metastásico, y la patología pancreática, ya sea benigna o maligna. Estas patologías son tratadas por los cirujanos de nuestro equipo.

La litiasis biliar o piedras en la vesícula biliar la acumulación de cálculos en el interior de la vesícula biliar, que afecta sobre todo a mujeres con sobrepeso, multíparas o que han tomado la píldora anticonceptiva, aunque también se asocia a dietas ricas en grasas y azúcares y pobres en fibra vegetal. La función principal de la vesícula biliar es almacenar y concentrar la bilis que produce el hígado. Esta bilis se almacena en la vesícula para ser liberada al intestino como respuesta a las comidas, permitiendo así la absorción de grasas y de otros nutrientes de la dieta.

Causas de padecer piedras en la vesícula

Existen múltiples causas por las que aparecen cálculos biliares. Hay dos tipos principales de cálculos

  • 1. Cálculos compuestos de colesterol, que son el tipo más común de piedras en la vesícula biliar. Estos cálculos no están relacionados con los niveles de colesterol en sangre, por lo que puede presentarse en paciente con colesterol en sangre normales.
  • 2. Cálculos compuestos de bilirrubina o pigmentarios. Se presentan cuando los glóbulos rojos se destruyen y hay un exceso de concentración de Bilirrubina en la bilis. Este tipo de cálculos son más frecuentes en las mujeres, en hispanos y en personas mayores de 40 años de edad y con sobrepeso. Estos pueden ser hereditarios.

Los siguientes factores también pueden hacerlo más propenso a la formación de piedras en la vesícula o vías biliares:

  • Trasplante de médula ósea o de órganos sólidos.
  • Diabetes.
  • Insuficiencia de la vesícula biliar para vaciar la bilis apropiadamente (más probable durante el embarazo).
  • Cirrosis hepática e infecciones de las vías biliares (cálculos pigmentarios).
  • Afecciones que provocan que se destruyan demasiados glóbulos rojos.
  • Pérdida rápida de peso por consumir una dieta muy baja en calorías o después de una cirugía de la obesidad o para la reducción de peso.
  • Recibir nutrición a traves de la vena por un tiempo prolongado (alimentación intravenosas).
  • Tomar píldoras anticonceptivas.

¿Qué síntomas puede producir las piedras en la vesícula?

Muchas personas con cálculos biliares no tienen sintomatología alguna. Los cálculos biliares son con frecuencia descubiertos cuando se realizan pruebas de imagen por otra patología o de forma rutinaria mediante radiografías o ecografías, en cirugía abdominal o en el diagnóstico o tratamiento de otro procedimiento médico.

Sin embargo, si un cálculo grande bloquea el conducto que por el que la vesícula biliar expulsa la bilis se puede presentar un dolor tipo cólico en la mitad superior y derecha del abdomen, lo cual se conoce como cólico biliar. Este dolor va a desaparecer si se soluciona la obstrucción, ya sea por paso del cálculo al intestino o al interior de la vesícula biliar.

Los síntomas que usted puede presentar son:

  • Dolor en la parte superior derecha o media del abdomen. El dolor puede ser constante o de tipo cólico. Puede ser agudo o ir progresando lentamente.
  • Episodios de diarreasDigestiones «pesadas o difíciles»
  • Fiebre y/o escalofríos
  • Coloración amarillenta de la piel y de la esclerótica de los ojos (ictericia conjuntival)
  • Heces de color arcilla o blanca
  • Nauseas y vómitos
  • Orina color «coñac»

Si se produce el enclavamiento de una de unas piedras en el conducto de drenaje de la vesícula a la vía biliar principal o al intestino puede aparecer complicaciones graves como son la presencia de una colecistitis aguda (inflamación de la vesícula biliar secundaria a la obstrucción) o pancreatitis aguda (debido a la obstrucción de la salida de la vía de drenaje del pancreas, con la consiguiente retención de las enzimas producidas en el pancreas).

¿Cómo se diagnostica la colelitiasis?

La prueba más utilizada para detectar problemas en la vesícula biliar y/o en los conductos biliares es la ultrasonografía (ecografía). Esta prueba utiliza ondas sonoras para obtener imágenes de la vesícula biliar, hígado y vías biliares. Es una prueba completamente inocua y puede repetirse tantas veces como sea necesaria.

A veces es necesario realizar una tomografía axial computerizada (TAC) o una resonancia magnética (RM) para su diagnóstico o para la detección de piedras en los conductos biliares. La RM utiliza un contraste intravenoso que es eliminado por el hígado y la vesícula y puede ser muy útil para detectar cálculos alojados en las vías biliares.

¿Cómo se extirpa la vesícula biliar?

La mayoría de las veces, la cirugía no es necesaria, a menos que presente alguno de los síntomas descritos. En general, los pacientes que tengan síntomas necesitarán cirugía inmediatamente o poco después de detectarse el cálculo. La extirpación de la vesícula biliar se denomina colecistectomía. La técnica de elección es la colecistectomía laparoscópica.

En nuestro equipo utilizamos 4 trócares (1 de 10 mm y 3 de 5 mm) para que el procedimiento tenga la máxima seguridad posible a la vez que se preserva la estética del paciente. A través de una óptica, que se introduce por el ombligo, y tras visualizar correctamente la anatomía identificamos los conductos que unen la vesícula (arteria cística y conducto cístico) y los ligamos con clips de titanio. Posteriormente se libera la vesícula de su lecho hepático y se introduce en una bolsa que se extrae a través del trócar del ombligo.

Contamos con experiencia en la colecistectomía laparoscópica por un solo puerto, en la que la cirugía se realiza a través de una única incisión umbilical de unos 2 cms y por la que posteriormente se extrae la vesícula biliar con las piedras. Comparado con la técnica habitual aporta ventajas fundamentalmente estéticas y mejora del dolor postoperatorio (cicatriz prácticamente invisible en el ombligo).

En ambas, el paciente puede estar dado de alta a las 24 horas habitualmente y reincorporarse a su vida cotidiana en prácticamente una semana.

¿Cómo es el postoperatorio en casa?

Como hemos comentado anteriormente, tras ser dado de alta de la clínica, habitualmente el paciente puede realizar una vida normal a las 48 horas de la cirugía, tomando analgésicos según las molestias que presente, que suelen ser escasas. Recibirá una serie de recomendaciones por parte del equipo quirúrgico para el cuidado de las heridas y la prevención de las molestias que pueda presentar.

¿Puedo tener una vida normal al estar operado de vesícula biliar?
¿Qué puedo y no puedo comer y hasta cuando?

Tras el alta llevará a casa una serie de recomendaciones en la dieta como son el evitar las comidas abundantes y ricas en grasas durante las primeras 3-4 semanas. Posteriormente podrá hacer su dieta habitual. En ocasiones, algunos pacientes pueden experimentar hinchazón, gases o heces blandas después de la cirugía. Esto desaparece generalmente en unas pocas semanas. En el momento del alta damos a nuestros pacientes recomendaciones para prevenir o minimizar éstos síntomas.

Cáncer de páncreas

El cáncer de páncreas es un tumor que afecta a los tejidos del páncreas, un órgano del abdomen que se encuentra detrás de la parte inferior del estómago. La función de este órgano es la liberación de sustancias que ayudan a la digestión y absorción de nutrientes, a la vez que produce hormonas que ayudan a controlar la glucosa sanguínea (insulina).

Se pueden presentar varios tipos de tumores en el páncreas, incluidos tumores benignos y malignos (cáncer). El tipo más común de cáncer que se forma en el páncreas comienza en las células que recubren los conductos que transportan las enzimas digestivas fuera del páncreas (adenocarcinoma ductal pancreático).

Las opciones de tratamiento para el cáncer de páncreas se eligen en función de la extensión del cáncer. Pueden incluir cirugía, quimioterapia, radioterapia o una combinación de estos tratamientos.

¿Cuáles son los síntomas?

El paciente con cáncer de páncreas puede presentar:

  • Dolor abdominal que se irradia hacia la espalda
  • Pérdida de apetito o pérdida de peso involuntaria
  • Heces de color claro
  • Color amarillento en la piel y ojos (ictericia)
  • Orina de color oscuro
  • Picores en la piel
  • Diagnóstico reciente de diabetes o diabetes existente que sea de más difícil control
  • Nauseas y debilidad generalizada

Cómo se desarrolla el cáncer de páncreas

El cáncer de páncreas ocurre cuando las células del páncreas desarrollan mutaciones en su ADN. Estas mutaciones provocan que las células crezcan de manera incontrolable, llegando a desarrollar un tumor pancreático. Cuando no se tratan, las células cancerosas del páncreas pueden diseminarse a órganos y vasos sanguíneos cercanos y a partes distantes del cuerpo, es lo que se conoce como metástasis.

Factores de riesgo para su desarrollo

Los factores que pueden aumentar el riesgo de cáncer de páncreas incluyen:

  • Edad mayor de 65 años
  • Fumar
  • Diabetes
  • Inflamación crónica del páncreas (pancreatitis)
  • Ser portador de mutaciones géneticas familiares, como el síndrome de Lynch entre otros.
  • Antecedentes familiares de cáncer de páncreas
  • Obesidad

Para la prevención del desarrollo de cáncer de páncreas es útil:

  • Dejar de fumar. Si fumas, intenta dejar de hacerlo. Hable con su médico sobre estrategias que pueden ayudarle a dejar de fumar.
  • Mantener un peso saludable. Combine ejercicios diarios con una dieta rica en frutas, vegetales y cereales integrales, con porciones más pequeñas que le ayuden a bajar de peso.
  • Dieta equilibrada. Una dieta rica en frutas, verduras y cereales integrales puede ayudar a reducir el riesgo de padecer cáncer.

Diagnóstico

Con vista al diagnóstico de cáncer de páncreas, es posible que se le deba realizar una o más de las siguientes pruebas:

  • Pruebas de imágenes como ecografía, tomografía computarizada (TAC), resonancia magnética (RM) y, algunas veces, tomografía por emisión de positrones (PET).
  • Endoscopia oral asociada a dispositivo de ultrasonido, para valoración del tamaño tumoral y contacto con estructuras vecinas. En este mismo procedimiento es habitual realizar biopsia guiada de la lesión y su remisión para estudio microscópico (biopsia).
  • Endoscopia oral asociada a dispositivo de ultrasonido, para valoración del tamaño tumoral y contacto con estructuras vecinas. En este mismo procedimiento es habitual realizar biopsia guiada de la lesión y su remisión para estudio microscópico (biopsia).

Cirugía

Las intervenciones que se realizan van a depender de la localización del tumor:

  • Cirugía de tumores en la cabeza pancreática. Si el tumor se localiza a este nivel, el procedimiento a realizar se denomina duodenopancreatectomía cefálica (DPC) o procedimiento de Whipple. Este procedimiento, como su nombre indica, consiste en la extirpación de parte de duodeno y cabeza de páncreas, juntos con todos los ganglios linfáticos de la zona, para completar la linfadenectomía, además de la vesícula biliar y la parte final del estómago (antro gástrico).
  • Cirugía de tumores en el cuerpo y la cola del páncreas. En estos casos el procedimiento para la resección del tumor se denomina pancreatectomía distal.
  • Cirugía para extirpar todo el páncreas. En determinados casos es necesario la exéresis de todo el tejido pancreático. Esto se denomina pancreatectomía total. En estos pacientes precisarán insulina y enzimas pancreáticas tras la intervención.

Quimioterapia

La quimioterapia utiliza medicamentos para destruir las células cancerosas. Estos medicamentos se pueden inyectar en una vena o tomarse por vía oral.

La quimioterapia también se puede combinar con radioterapia (quimiorradioterapia), usándose generalmente para tratar el cáncer que no se ha diseminado más allá del páncreas.

Radioterapia

La radioterapia utiliza rayos de alta energía para destruir las células cancerosas. Puede recibir tratamientos de radiación antes o después de la cirugía, y a menudo son dados en combinación con quimioterapia.

Tumores hepáticos

El hígado es un órgano situado en el lado derecho del abdomen, justo debajo de las costillas que tiene como función ayudar en la digestión de los alimentos a la vez que fabrica sustancias necesarias para nuestro cuerpo como proteínas, además regula el azúcar en sangre y elimina sustancias tóxicas de la sangre entre otras muchas funciones. En este órgano, al igual que en todos los demás, pueden aparecer tumores.

Los tumores hepáticos pueden ser no cancerosos (benignos) o cancerosos (malignos).

Los tumores hepáticos malignos se clasifican en primarios (que se originan en el hígado) o metastásicos (diseminados desde otra parte del organismo).

Los tumores hepáticos benignos son relativamente frecuentes y no suelen producir síntomas. Sin embargo, en muy pocas ocasiones algunos de estos tumores provocan malestar en la zona derecha superior del abdomen o causan un aumento del volumen del hígado. Entre los tumores hepáticos no cancerosos (benignos) se incluyen:

  • Quistes hepáticos
  • Granulomas hepáticos
  • Hemangiomas
  • Adenoma hepático: en relación con la toma de anticonceptivos oral. Se recomienda su extirpación quirúgica en los de tamaño mayor de 4cm o de crecimiento rápido.
  • Hiperplasia nodular focal: junto con adenoma y hemangioma son los tres tumores benignos más frecuentes.

La mayoría de los tumores benignos se detectan sólo en aquellos casos donde se requiere alguna prueba diagnóstica por algún otro motivo, como una ecografía, una tomografía computarizada (TC) o una resonancia magnética nuclear (RMN). Por lo general, el hígado funciona normalmente a pesar de la presencia del tumor benigno. Por lo tanto, los resultados de los análisis de sangre suelen ser normales.

Quistes hepáticos

A veces, en el hígado se forman cavidades llenas de líquido (quistes). La mayoría no causan síntomas ni problemas de salud. El hígado aumenta de tamaño, pero suele funcionar de forma correcta. Se detectan de manera incidental mediante pruebas de diagnóstico por la imagen.

En raras ocasiones, el sujeto nace con muchos quistes en el hígado (un trastorno denominado enfermedad poliquística del hígado). Normalmente, estos sujetos también tienen quistes en otros órganos, como los riñones.

En este grupo encontramos los siguientes tipos:

  • Quistes hidatídicos (equinococosis)
  • Quistes biliares simples
  • Cistoadenoma: esta enfermedad rara vez causa dolor o anorexia y es evidente en la ecografía; el tratamiento es la resección del quiste.
  • Cistoadenocarcinoma: este raro trastorno es probablemente secundario a la transformación maligna de un cistoadenoma. Su tratamiento es la resección hepática.

Tumores malignos

Los tumores hepáticos malignos o cánceres hepáticos primarios son tumores malignos que se originan en el hígado. El más frecuente es el carcinoma hepatocelular o Hepatocarcinoma. Al principio, el cáncer de hígado normalmente produce solo síntomas vagos (tales como pérdida de peso, pérdida de apetito y cansancio).

Dentro de los tumores malignos, el colangiocarcinoma es un tipo de cáncer de crecimiento relativamente lento se origina en el revestimiento de las vías biliares dentro o fuera del hígado.

Síntomas del cáncer de hígado

Es posible que al principio el cáncer de hígado no provoque síntomas, pero más adelante puede aparecer:

  • Perder peso
  • Falta de apetito
  • Debilidad y/o cansancio
  • Ictericia (cuando la piel y el blanco de sus ojos se vuelven amarillos)
  • Molestias abdominales
  • Abdomen hinchado
  • Náuseas y vómitos

Diagnóstico

Para el diagnóstico de este tipo de tumores es necesario:

  • Exploración física
  • Análisis de sangre
  • Pruebas de diagnóstico por la imagen (ECO, TAC y RMN)
  • En ocasiones, biopsia hepática (tomar una muestra de la lesión con una aguja o mediante cirugía, tomando un pequeño fragmento)
  • CPRE o CTPH (pruebas donde se realiza una toma de muestras para su análisis posterior)

Tratamiento

Dependiendo de como se encuentre el tumor en el momento del diagnóstico, el tumor podrá ser extirpado quirúrgicamente para el tratamiento de dicha patología. La cirugía consiste en la resección del tumor hepático, con unos márgenes de seguridad, asegurándonos así la extirpación completa del tumor.

Metástasis hepáticas

El cáncer metastásico de hígado es un tumor que, procedente de alguna otra parte del organismo, se ha propagado al hígado. Los tumores malignos invaden el hígado porque este órgano filtra la mayor parte de la sangre del resto del organismo, y cuando las células tumorales se separan del cáncer primario, llegan frecuentemente al torrente sanguíneo y viajan por él. En algunos casos, el primer indicio del tumor primario en un paciente se produce tras descubrir un cáncer hepático metastásico.

Las metástasis hepáticas tienen su origen más frecuente en cánceres de pulmón, la mama, el colon, el páncreas o el estómago.

Síntomas y diagnóstico

La sintomatología que va a presentar un paciente con metástasis hepáticas es similar a la descrita en el apartado de cáncer de hígado. Las pruebas necesarias para su diagnóstico son similares, pero en ocasiones llevan asociadas otras pruebas complementarias si se desconoce el origen del tumor que ha provocado las metástasis.

Tratamiento

El tratamiento depende de la extensión que haya alcanzado el cáncer y del tipo de tumor primario. Las opciones incluyen las siguientes:

  • Fármacos antineoplásicos (quimioterápia): estos fármacos se pueden utilizar para reducir el tamaño del tumor y poder realizar una cirugía para eliminar el tumor.
  • Cirugía: dependiendo del número de metástasis que presente el paciente y la localización de las mismas en el hígado, estos pueden ser extirpados quirúrgicamente o no.
  • Ablación con radiofrecuencia (ARF) y Ablación con microondas (AMO): La ablación por radiofrecuencia (ARF) y la ablación por microondas (AMO) son tratamientos que utilizan las imágenes como guía para colocar un electrodo aguja a través de la piel y dentro del tumor de hígado. En la ARF, se pasan corrientes eléctricas de alta frecuencia a través de un electrodo en la aguja, creando calor en una pequeña región. En la AMO, las microondas se originan en la aguja para crear calor en una pequeña región. El calor destruye las células cancerosas del hígado. La ARF y la AMO son opciones de tratamiento eficaz para los pacientes que podrían tener dificultades durante la cirugía o para aquellos cuyos tumores tienen un tamaño pequeño.